La otra pandemia que agobia a Colombia

El último informe de verificación de la ONU presenta una situación poco alentadora de los lideres y lideresas sociales durante la pandemia. Hasta finales de junio se habían registrado más de 30 homicidios, lo cual representa un aumento del 53% en el primer cuatrimestre del año.  

De estos homicidios, varios son víctimas de comunidades étnicas, mujeres y, en su mayoría población vulnerable. Mientras se registraron hechos en algunos departamentos del país, los focos o “hotspots” siguen siendo Cauca, Norte de Santander y Putumayo, pese al aumento de fuerza pública y presencia militar en estos territorios a principios de año. En palabras cortas, el conflicto se ha mantenido y recrudecido inclusive en momentos de confinamiento.

Sin embargo, la violencia ha adquirido otras dinámicas a nivel territorial. Para muchos, se ha agudizado de formas diferentes. Por ejemplo, algunas demandas por parte de lideres comunitarios advierten que el riesgo ahora es más alto al no tener como desplazarse y verse obligados a permanecer en cuarentena, lo cual hace más fácil su identificación por parte de transgresores.

Igualmente, grupos ilegales han aprovechado el contexto para justificar hechos de violencia, al recurrir al virus como pretexto para hostigar a la población. Este fue el caso de Yina Paola Sánchez, la cual públicamente denunció recibir amenazas de grupos ilegales por presuntamente estar contagiada, después de haber desmentido los hechos.

Cuando pensábamos que el virus iba a reducir la violencia, por lo menos temporalmente, pasó lo contrario. La situación sigue crítica y ya ocupamos el primer puesto en la región con más asesinatos de defensores de derechos humanos.

Ahora bien, esto es un llamado para reflexionar todos, en primer lugar, de una problemática que pareciera se está volviendo cíclica, especialmente en la región Pacífico, y en donde el peor error es normalizarla. En segundo lugar, una oportunidad para darle vuelta al asunto y transformar nuestros imaginarios. Según Dejusticia, los líderes sociales no solo son invaluables y necesarios para la construcción de paz en el país, sino que serán claves para la etapa de post-pandemia. Son ellos los indicados para divulgar la forma como se deben implementar las medidas para contener la expansión del virus al tener mayor legitimidad y proximidad con las comunidades.

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